En México nos estamos acostumbrando a una excelente política exterior: la política internacional. Desde esta situación nuestra parece que escuchamos las voces y los clamores de Centroamérica: la reconstrucción de Nicaragua y la muerte y destrucción de El Salvador y Guatemala. Sus voces llegan escritas con la tinta de los mártires; la voz de los sin voz. A El Salvador, a su pueblo y a sus voces —entre ellas la de Mons. Romero— dedicamos este número doble.