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La discusión sobre la flexibilidad laboral se mueve entre dos fuegos. De un lado, se promueve la desregulación, atribuyendo a las normasjurídicas los principales problemas de la economía del trabajo. En contraposición, se sostiene que los derechos no deben modificarse, ya que las leyes no son responsables de las insuficiencias de la economía. Entre estos extremos surge una posición que identifica la flexibilidad con la adaptación de las normas a una nueva forma de producción impuesta por las nuevas tecnologías, y más que analizar las motivaciones para la flexibilidad, propone atender al cuánto, el cómo y el a cambio de qué. El artículo describe las experiencias en algunos países de la Unión Europea y del Cono Sur. Aunque las situaciones son muy diferentes, las medidas pueden clasificarse en dos tipos: las que flexibilizan las rigideces normativas y las que subrayan la autonomía. Finalmente, analiza la posición de los actores sociales en Uruguay. En la postura empresarial se evidencia el por qué y el cómo de la necesidad del cambio, aunque no queda tan claro el cuánto. La respuesta sindical, porsu parte, va desde la extrema oposición a la flexibilidad, por considerarla contraria a las conquistas de los trabajadores, hasta su aceptación por entender que la realidad la impone.