Existe una gran insatisfacción de los ministerios de educación, de los profesores en ejercicio, de los formadores de docentes y de la academia respecto de la capacidad de las universidades y centros de formación docente en América Latina para dar respuesta a las necesidades de la profesión docente. Las críticas refieren a la organización burocratizada de la formación, al divorcio entre la teoría y la práctica, a la excesiva fragmentación del conocimiento que se imparte y a la escasa vinculación con las escuelas.