Descripción
El ómnibus me dejó en Benito Blanco y Bulevar España. Bajé hacia la rambla con mi oficina a cuestas —un fajo de mails impresos y garabateados, varios rollers, resaltador rosado y amarillo, lentes—, casi teledirigida hacia el café de la librería Yenny. A esa hora, todavía estaría a salvo de las señoras de Pocitos que se juntan a tomar el té y a hablar por celular, con el beneficio no menor de disponer, para mí solita, de casi todas las mesas junto a los amplísimos ventanales.