Las abejas africanizadas fueron resultado de experimentaciones que se llevaron a cabo en 1956 para crear un híbrido genéticamente modificado de abejas que incrementaras sus beneficios apícolas. Sin embargo, al quedar libres se creó un conjunto de ideas que llevaron a la aparición de miedos que tomaron forma a través de la literatura y las películas de “abejas asesinas”. Este insecto, como figura metonímica de la agencia de la naturaleza es la reproducción simbólica de una extrapolación de la estructura binaria humano- no humano. Por medio de una metodología de comparación entre cinco películas con esta temática, a saber, Killer bees (1974), The swarm (1974), The bees (1978), Deadly invasion: the killer bees nightmare (1995), y Killer bees (2002), se presentan cuatro aspectos centrales: humano- animalidad, construcción cultural del miedo, discurso científico y noción del tiempo para demostrar cómo las estructuras de sentido están ligadas a consideraciones sobre el poder. Así, los estudios culturales se interesan por las diferentes manifestaciones en las cuales las relaciones de poder crean redes de significado que constituyen realidades contextuales y situadas que, en el caso de las películas, exaltan los valores de la sociedad capitalista. Se concluye que este sistema de explotación e invisibilización de la agencia de la naturaleza está llevando a la degradación de los recursos en lo que se ha denominado el Antropoceno y, por tanto, el proyecto político consiste en cuestionarse el sistema extractivista para rescatar la alteridad de la naturaleza en todas sus manifestaciones y llevar a las comunidades, desde sus anécdotas y experiencias el valor del cuidado de la “colmena común”