El constante crecimiento de Bogotá hacia su periferia como resultado del aumento poblacional interno de la metrópolis, las migraciones Ciudad – Campo desde Bogotá hacia los municipios circundantes, y la falta de planeación y comunicación interinstitucional entre los diferentes entes de control territorial, han consolidado condiciones problemáticas para el ordenamiento de la sabana.
Como por ejemplo las diferentes zonas de conurbación entre Bogotá y los cascos urbanos de los municipios circundantes como es el caso de la conurbación con Soacha al sur, la conurbación Funza – Mosquera – Madrid, al Occidente, o la conurbación Chía – Cajicá, al norte.
Así mismo, el crecimiento disperso sobre los bordes de los cascos urbanos de los municipios, particularmente hacia el Occidente y hacia el Norte de la sabana a causa de diferentes proyectos inmobiliarios e industriales que en sí mismos ya generan problemáticas de fragmentación y segregación socioespacial en el territorio debido a sus tipologías de grandes piezas aisladas mono funcionales, generando a su vez una gran presión sobre la infraestructura de movilidad existente al requerir la conexión de múltiples piezas territoriales de gran escala con altas dependencias funcionales entre los diferentes nodos del territorio, aumentando la intensidad y la pendularidad de los flujos en los diferentes vectores de movilidad en la sabana finalmente aumentando las tensiones entre el “centro” y la “periferia”.
De este modo, el trabajo plantea la estabilización de los bordes urbanos a partir del desarrollo de zonas de crecimiento de baja densidad, de usos mixtos y con espacios intersticiales que articulen las dinámicas propias del territorio rural con el urbano, generando un nuevo modelo de crecimiento sostenible replicable que pueda ser desarrollado a lo largo de la sabana, buscando que:
- La baja densidad permita generar nuevos desarrollos urbanos a una escala controlada que permita equilibrar la presión que generan las grandes piezas residenciales e industriales sobre el territorio.
- La oferta en la variedad de usos disminuya las dependencias, la intensidad de flujos y la pendularidad en el territorio finalmente ayudando a descentralizar los servicios a lo largo de la sabana.
- Los espacios intersticiales permitan generar nuevos usos que combinen las dinámicas del suelo rural con las características de los desarrollos urbanos, como por ejemplo zonas de producción agrícola y agropecuaria tecnificadas o zonas de infiltración de las estructuras naturales dentro del casco urbano.