El sexo ha sido tema primordial para la cultura occidental y por ello se ha creído atinente mantenerlo bajo estricta vigilancia, de ahí que para Foucault, a partir del período clásico, se le puede observar lleno de ramificaciones mucha de las cuales terminan produciendo un aire de intimidad con el ejercicio de la verdad en lo que a sus modos de enunciarla se refiere. De ahí que la confesión fuese catalogada como el método más idóneo capaz de custodiar los impulsos para que no sobrepasasen los límites impuestos por una racionalidad deseosa de saber al tiempo que preocupada por mantener el orden de las cosas.