Por mucho tiempo el planeta estará signado por el Covid-19. El virus siempre será un mal recuerdo. Experiencia siniestra que no esperábamos en nuestra existencia y que puso en cuarentena nuestras seguridades y certezas arrogantes. Nunca tuvimos enla palma de la mano a la humanidad. Vulnerables somos y no lo entendemos. Hay que aprender a coexistir con la incertidumbre, dudas, torbellinos internos. Conocer la verdad y doblegar la mentira. Coexistir con la incertidumbre es contar con información veraz y tener el valor y la claridad moral para propiciar un cambio en nuestro entorno inmediato calado de apremiantes vicisitudes. Un cambio que debe comenzar con nosotros mismos porque la coexistencia se ejercita no se decreta. Si esta pandemia ha de servirpara que recapacitemos genuinamente sobre el futuro inmediato de la humanidad y para que corrijamos los errores cometidos en el pasado en todos los órdenes de la vida, entonces sea bienvenida. Este es el supuesto general de este trabajo que propongo y en el que examino un elenco de premisas en torno a la educación y la comunicación en medio del sosiego que ejercito en mi diario de pandemia.