Después de la Primera Guerra Mundial los movimientos fascistas manifestaron un auge importante en Europa y América. Esta situación llevaría a que el presidente Roosvelt promoviera el apoyo del continente americano a Estados Unidos a través de la política del "Buen Vecino", como estrategia geopolítica para enfrentar los peligros derivados del desenlace de la Segunda Guerra Mundial. La diplomacia estadounidense desempeñó un activo papel, justificado en nuestro caso por la cercanía al Canal de Panamá. Por esta razón el crecimiento de prensa conservadora y de las agrupaciones y publicaciones fascistas fue vigilado minuciosamente. La política colaboracionista del presidente Eduardo Santos, señalaría el lugar de Colombia en el nuevo orden internacional.