La incursión paramilitar en el corregimiento de La Gabarra, Norte de Santander en 1999 trajo consigo distintas transformaciones en el territorio y la vida de sus habitantes. A partir de la disputa con los grupos guerrilleros por el control territorial y en particular, por el control de la economía cocalera, se produjeron relaciones sociales mediadas por la violencia ejercida por las Autodefensas Unidad de Colombia (AUC). Esta violencia que tenía como objetivo la reafirmación del poder del grupo armado en el corregimiento privilegió cuerpos específicos para viabilizar su proyecto político, económico y social. Este fue el caso de las trabajadoras sexuales en La Gabarra, quienes a razón de su trabajo fueron blanco de violencias diferenciales en su cotidianidad, pero que, a su vez, gestaron resistencias para preservar su existencia y proyectos de vida.