En una sociedad tan convulsionada como la de América Latina, la Teología se siente impulsada a reflexionar seriamente en los angustiosos problemas que agobian a nuestro pueblo. Más aún, podemos asegurar que un trabajo teológico que no dedique todos sus esfuerzos a esta tarea primordial, resulta cínico y antievangélico. Evidentemente los más graves problemas de nuestras masas populares son del orden de la subsistencia; escasez casi total de recursos para sobrevivir y para sostener la vida, imposibilidad casi definitiva de mejorar su situación en todo orden.