El término ciberespacio originalmente apareció en el libro Neuromancer de William Gibson, durante la década de los ochenta en el seno de la ciencia ficción, para referirse “al espacio conceptual donde las palabras, las relaciones humanas, los datos, la riqueza y el poder se manifiestan por personas que usan la tecnología de “Computer mediated communications” -CMC (Rheingold 1996 p. 6). Bajo una significación de alucinación consensuada o realidad virtual (Misseri L. 2016) creada en un espacio irreal por humanos, distante de la corteza cotidiana social.
No obstante, esta atribución de virtual generó dos efectos. En primera medida desplazó, paulatinamente, a la red y las respectivas experiencias de interacción a una dicotomía y debate filosófico sobre considerarlas como real o irreal. En otras palabras, si las acciones ejecutadas en entornos digitales son solo abstracciones o pueden contemplarse al igual que la diversidad de fenómenos y configuraciones sociales de contacto, comunicación e integración tangibles. Segundo, también se relegó a los asuntos políticos dentro de la tensión entre las concepciones de libertad de internet, la intervención del Estado (como ente regulador de la vida social y territorial) y la posibilidad de actuación de otros actores no estatales para la regulación y control del internet, sin que el mismo perdiera su esencia, considerándolo, así como otro espacio territorial abstracto.
Por lo tanto, el propósito de esta investigación es determinar cómo los procesos de poder internacionales y globalizados se interpretan e inmiscuyen en acciones políticas domésticas y transfronterizas, durante 2010 a 2018, para el caso específico pornografía infantil en entornos digitales, en Colombia. El estudio se desarrolló a través de la comprensión de las posturas académicas de gobernabilidad del internet, los planteamientos constructivistas de Onuf sobre las relaciones internacionales y el método de Process Tracing para testeo de teorías.