En general, los movimientos campesinos han dedicado gran parte de su historia a las luchas por la tierra y han forjado un acumulado histórico muy importante para lograr el reconocimiento de sus derechos a la tierra y a su territorio. Sin embargo, particularmente en Colombia, el reconocimiento formal y legal al derecho de propiedad sobre la tierra ha sido insuficiente, no solo para democratizar la tenencia sobre la propiedad, sino también para que los pobladores rurales puedan efectivamente construir territorios campesinos, seguros, legítimos, libres del despojo de sus tierras, del desplazamiento y en general de acciones de violencia política.