Descripción
Hoy el creyente en sus relaciones humanas experimenta las diversas tensiones y crisis que existen en la cultura y sociedad. Lo problemático de las relaciones humanas, es que gran parte de ellas ubican en el centro al sujeto quien se vuelca constantemente en sí mismo, como criterio fundamental para elegir o desechar, en beneficio de su propia satisfacción, llegando inclusive a instrumentalizar al otro.
A nivel personal, existe un miedo hacia el otro, o bien a toda alteridad, pues es una amenaza al yo. Desde la perspectiva eclesial, la experiencia que las comunidades cristianas realizan en sus celebraciones rituales dominicales, deberían tener como principio la solidaridad y fraternidad, sin embargo, muchas veces se tornan en un acontecimiento individual donde el yo con un tú no se encuentran; no se encuentran los cuerpos, ni su diversidad, necesidad o historicidad, sino simplemente se reúnen en un mismo espacio. Y finalmente, un último nivel que también está en crisis, es el teológico. Si las relaciones eclesiales carecen de afirmación y reconocimiento del otro como don, esto repercute necesariamente en el modo en que comprendemos la acción de Dios en nuestra realidad y las relaciones con los demás.
La aproximación que se desea esbozar, es una re-significación al valor que cumple el otro en el encuentro con un yo. En este sentido, cómo la afirmación y verdadero reconocimiento del otro, para nuestra vida, es fundamentalmente un don que performa, constituye y revela la presencia y acción de Dios en la vida e historia del creyente.