Descripción
La detección temprana sigue siendo pilar fundamental en el
control del cáncer ya que no mas de 30% de las neoplasias
malignas se pueden prevenir mediante la intervención de sus
factores de riesgo,1 y adicionalmente, la enfermedad
localizada sigue teniendo mayor supervivencia que los
estados metastásicos, aún con la sustancial mejora del
tratamiento sistémico.
A pesar de ello, existe una controversia creciente acerca de
la tamización, en donde juega papel central el
sobrediagnóstico. La reducción de la mortalidad es el
objetivo primordial de la tamización en cáncer y dada la
frecuente manifestación tardía de síntomas, la búsqueda de
la enfermedad en población asintomática reviste toda lógica;
no obstante, esta lógica se basa en la definición de neoplasia
maligna como el crecimiento anómalo de células con
capacidad de invasión progresiva, capacidad que se
determina por cambios morfológicos y no por la dinámica
de la enfermedad. Hoy se sabe que los cambios morfológicos
tienen espectro amplio con cursos naturales variables,
incluyendo neoplasias que no progresan o que progresan
muy lentamente sin que lleguen a manifestarse durante la
vida del paciente.2