Descripción
La celebración de la eucaristía en los inicios del tercer milenio exige una mirada omnicomprensiva de la realidad en la que esto ocurre. celebra. La eucarisitía encarna en un mundo de ausencias y presencias, ególatra y dador de vida, pluricultural y dador de sentido desde dimensiones que se convierten en perspectivas, horizontes y son a su vez planos y visiones. Definitivamente hoy celebramos en una mesa cuyos comensales, lugares y espacios, símbolos y signos, gestos y movimientos, unen vida y celebración, rito y realidad de una manera recreativamente evangélica. La celebración de la eucaristía desborda todo límite y barrera en la red relacional de la humanidad. Ella se constituye en una mesa de convergencia, encuentro y acogida, inclusive para la alteridad, alternativa y diferencia. Mesa de sentido aun del sinsentido, desde la novedad del Evangelio donde la opción es por el sin-puesto, el último, el enfermo, el pobre, el excluido, el pequeño. La mesa de la celebración adquiere sentido hoy desde un pan que se fracciona en favor de la vida, en realidades significativas de entrega y donación. En ellas nos comprometemos desde acciones históricas a construir reconciliación, paz y justicia. Mesa de sentido que desborda la celebración de las satisfacciones socioculturales, económicas, políticas o religiosas proyectándose al banquete donde irrumpirá de manera definitiva la novedad del Reino.