En América Latina la condición de sujeta de las mujeres está condicionada por el patrón de la colonialidad, cuyo poder radica en imponer unos modos de ser, sentir, pensar y habitar, acordes con una herencia colonial que ha sido perdurable en el tiempo. Como consecuencia, a las mujeres se les impuso un rol secundario frente a los hombres, que las subyuga y expone a diferentes violencias que recaen sobre sus cuerpos para deshumanizarlas e inferiorizarlas, es decir, alterar sus subjetividades, su status político, económico, social, entre otros. No obstante, frente a este patrón de la colonialidad se han generado diversas resistencias. Una de ellas es el movimiento Ni Una Menos el cual busca generar nuevas formas reivindicativas de las mujeres que con su experiencia, su performatividad plural y su articulación internacional, abren la posibilidad de nuevos caminos a través del relacionamiento entre ellas para fracturar la política. De este modo se empiezan a generar nuevas prácticas de re-existencia. Para analizar dicha situación se utilizaron los conceptos de la colonialidad y sus respectivas ramificaciones, así como la conceptualización de la política y la resistencia, las cuales permiten entender al movimiento Ni Una Menos como un ejercicio decolonial y desde la colectividad que por medio del uso de la crítica ponen en tela de juicio la hegemonía que ha intervenido sus vidas, subjetividades y cuerpos.