Dos de las funciones vitales más transcendentes para el adecuado mantenimiento de la vida en los seres humanos son sin lugar a duda la respiración y la alimentación, funciones que se llevan a cabo por mecanismos diferentes que constan de una serie de fases que se desarrollan de manera coordinada por parte del sistema nervioso central. Las vías o los caminos que tanto el aire como los alimentos han de recorrer para llegar a sus destinos y ser utilizados por nuestro organismo son en su inicio comunes y más adelante independientes. La nariz asume una función fundamentalmente respiratoria y la boca es considerada como el primer elemento anatómico de la digestión, aunque en numerosas ocasiones tanto en circunstancias normales como en otras motivadas por enfermedades o deformidades también es empleada para respirar.