En los últimos años Colombia ha aparecido sistemáticamente ubicada en los primeros lugares de diversas mediciones de percepción de la felicidad, esto a pesar de la difícil situación social, económica y política que vive el país. Algunos autores han señalado que esta discrepancia obedece a que la música tropical ha sido construida como un elemento central de la colombianidad, desplazando a las músicas andinas que han sido señaladas a su vez como tristes y melancólicas. Como resultado existe un imaginario que, más allá de la música, opone la “melancolía andina” a al “alegría costeña”, como rasgos identitarios predominantes en la construcción de la identidad nacional.