Nuestra época está innegablemente marcada por el signo de la Juventus. Nunca como hasta ahora los jóvenes habían alcanzado un protagonismo tan evidente en la sociedad. Sin embargo, esa actitud que privilegia lo joven como un valor supremo no suele ir acompañada de un reconocimiento efectivo del papel de los jóvenes en los diferentes engranajes sociales. Así el signo se convierte en mito. Hay un notable desfase entre la importancia real de los jóvenes y las oportunidades de realización y participación que les ofrecen.