Tradicionalmente, el campo de estudios acerca del cine se ha dividido en teoría, historia y crítica. En años recientes, estas categorías se han entreverado con el resultado de que muchos programas académicos no realizan distinción alguna sino que practican lo que David Bordwell ha llamado como la "Gran teoría". La naturaleza dogmática de ese acercamiento promueve tanto una investigación que busca a cualquier precio resultados preestablecidos como un pensamiento doctrinario. El futuro de la investigación en cine depende de realizar distinciones claras. Aun cuando pueden y deben influenciar a la crítica cinematográfica y a la historia del cine, las ciencias cognitivas están más directamente relacionadas con la teoría del cine. Se requiere, en palabras de Stephen Prince, "enfatizar y estudiar cuidadosamente aquellos puntos de correspondencia entre las imágenes fotográficas o cinematográficas y la experiencia visual real a la que acceden los espectadores". Un paradigma cognitivo permite justamente esa oportunidad a la teoría del cine. Por ejemplo, le puede frecer fundamentos nuevos a las teorías de la recepción que partan de datos y evidencia empíricas. Una vez producida la comprensión de la recepción fílmica proveída por el paradigma cognitivo, podemos entrar a estudiar asuntos de interés para la teoría del cine: El personaje, la identificación, la emoción y el cine, la diégesis (o cómo involucra la diégesis) y los procesos narrativos. El paradigma cognitivo ofrece, igualmente, una oportunidad a la teoría feminista de cine para sustraer de la noción de la "representación" producida por un texto fílmico y del receptor construido y acercarse a la noción de un receptor biológico (inter)activo sujeto a las limitaciones de sus sistemas perceptuales y cognitivos y que utiliza estrategias desarrolladas a través de millones de años de evolución mientras interactúa con una película hecha en el presente.