A lo largo de la historia de la humanidad, el acto de comer, y sobre todo, de sentarse a comer con otro, ha tenido una serie de implicaciones y significados profundos para las diferentes culturas del mundo. En el caso particular del pensamiento cristiano, el sentido de lo que es la comensalía, es decir, compartir la mesa o la vida de hogar con otro, debe buscarse desde las raíces profundas que emergen del judaísmo, comprenderse desde los giros significantes que le aportan las primeras comunidades cristianas y contextualizarse tanto en la realidad actual de la humanidad, como en el pensamiento actual de la Iglesia católica, para de esta manera, aprovechar la riqueza de un concepto tan antropológico, que le aporta de manera sustancial a las familias que no profesan ninguna fe o creen de manera diferente, y al mismo tiempo de un concepto tan cristiano, que la Iglesia misma lo ha tomado para hacerlo centro y culmen de la vida eclesial en el sacramento de la Cena eucarística y escenario donde se vive la fe cuando hace referencia al mundo eclesial como la familia de Dios.
Es gracias a este recorrido, que se llega a la comprensión de la comensalía cristiana como el escenario donde se vivencia la misericordia, la unidad, el servicio, la oblación y la fidelidad, haciendo de la familia cristiana aquella Iglesia Doméstica donde se vive, crece y testimonia de manera plena los principios cristianos, y se construye verdaderamente un mundo mejor de cómo se encontró al llegar a la vida.