Cuando Miranda Presley, personificada por Meryl Streep, proclamó su monólogo sobre la industria de la moda en la película The Devil Wears Prada (2006), la audiencia, los miles de espectadores y aquellos ajenos a la moda, se incluyeron en un escenario que creían ajeno. El personaje de Presley, inspirado en la estricta y temible Anna Wintour, dilucidó una dinámica precisa en tanto se refiere a la industria de la moda. Su propuesta es perfecta. Su afirmación es absolutamente precisa: no hay ajenos a la industria, no existen extraños en su dinámica. Semejante discurso, exquisitamente construido, es y será un aspecto principal en tanto la moda instale significados y haga un constante aporte cultural al hombre.