El presente artículo constituye una reflexión respecto al lugar que la identidad personal y, como parte de ésta, el cuerpo, ocupan en la sociedad de consumo como objeto de reclamo incesante. El principal aspecto a destacar estriba en la dimensión sociológica que han adquirido estas cuestiones y el lugar estratégico que ocupan. Destacamos la utilización que se hace de los ideales y abstracciones para moldear los comportamientos y procurar un mayor control social sirviendo, al tiempo, al mantenimiento de la dinámica de consumo. En este contexto de individualismo y de pérdida de referentes tradicionales, apuntamos hacia la labor que la filosofía como búsqueda de la sabiduría está llamada a desempeñar, destacando su lugar en la orientación personal desde la reflexión, el análisis y la fundamentación racional y sensible de nuestras elecciones y opciones vitales, constituyendo esto, a su vez, un estímulo para construir una sociedad democrática.