Descripción
Uno de los problemas principales que tiene la narrativa colombiana es la recepción de las obras, no sólo en el universo amplio de los lectores, sino en el circuito cultural en el que se producen y se analizan tales discursos. El texto pretende reflexionar sobre las prácticas críticas en el campo y se muestra cómo se requiere tanto de un cambio de actitud como de una renovación en los parámetros de sus análisis. La conformación real de un canon narrativo está en entredicho, porque más que obras tenemos autores. La narrativa posee una función cultural tan precisa como amplia. Nuestra tradición crítica esta más vinculada con las reseñas que, aunque insuficientes y a veces incompletas, marcan un derrotero, una intención crítica desde donde es posible continuar. La narrativa tiene que asumir la recepción de las obras como un problema que le concierne directamente, pues los discursos narrativos expresan, anticipan y cuentan de una manera integral cómo la vida que transcurre en una cultura, la ponen en evidencia y presentan su realidad global de una forma única, que no puede realizar la ciencia. Se narra, de hecho, la riqueza de la subjetividad humana. Debemos, por consiguiente, comenzar por evidenciar los prejuicios y las salidas en falso con las que se intenta perpetura tanto el menosprecio como el silencio o la indiferencia frente a su producción. La conformación del canon no es tampoco una labor de clasificación nominal y, en ocasiones, vacía. La recepción y sus problemas concomitantes afectan la producción y sus problemas concomitantes afectan la producción narrativa. Es necesario renovar la lectura para poder formular. Y se requiere comprender tanto lo que quieren decir las obras como los contextos culturales en los que se mueven, así como lo que nos dicen esos relatos en nuestras prácticas como lectores.