El proceso de monopolización de los medios de comunicación en Rosario se dio a partir de 1997, con la llegada del Grupo Uno. Desde entonces, la ciudad —habitada por un millón y medio de habitantes— cuenta con una decena de empresas centralizadas en el holding mendocino. Esta situación, que tiene estrecha relación con el poder político y económico, genera una tensión permanente con la libertad de expresión, la pluralidad de voces y el deber de informarse de toda una población.