La insuficiencia venosa crónica es sinónimo de una circulación incompetente cuyo resultado es un retorno sanguíneo inadecuado e hipertensión venosas, cuando el individuo está en posición vertical. Un incremento de la presión endovenosa se traduce en la transmisión retrógrada de dicha presión hacia los capilares, con la consiguiente pérdida de plasma y proteínas del suero hacia el intersticio, lo cual lleva a alteraciones de las propiedades del espacio extravascular y de la microcirculación, con daños en el endotelio de tipo irreversible que generan cambios en el tejido celular subcutáneo y en la piel que, en su máxima expresión, ocasionan úlceras que pueden cronificarse y generar discapacidad. Las causas de base que generan insuficiencia venosa crónica permiten clasificarla en 3 grandes grupos que son: la congénita, la primaria no congénita y la secundaria.