Por años la violencia ha sido un elemento inherente en la historia de Colombia. A pesar de que el país recientemente incluyó en su agenda pública la paz y la reconciliación como factor vital para la convivencia en sociedad, hoy las generaciones golpeadas por el conflicto armado apenas se acoplan al concepto paz, y continúan evidenciando la necesidad de adaptación, una lucha entre el pasado y presente, es decir, entre guerra y paz. Lo interesante es que justamente las víctimas llevan años instaurando procesos de paz de múltiples formas; una de las más reconocidas se evidencia en las diferentes organizaciones que estructuran las víctimas como parte constante de la búsqueda de que sus derechos sean reparados y que los de otros y otras sean respetados.