La completa extrañeza con que hoy observamos la figura del monarca dentro de la historia nacional es una de las formas posibles de comprobar cuán radical fue la revolución neogranadina de la década de 1810. Este artículo indaga por el lugar del rey en dos momentos claramente contrastados. En primera instancia, durante las cuatro décadas anteriores a la revolución, en las cuales él instituye los vínculos sociales. En segunda instancia, durante la revolución, momento en el cual el monarca es abandonado con gran rapidez como clave de organización de la sociedad.