En este artículo, el autor examina las relaciones, siempre tensas, entre retórica y filosofía, sin negar ni pretender minimizar el conflicto, siempre vigente, entre los que aspiran a capturar la esencia de las cosas y los que buscan lograr el asentimiento de sus auditorios. Pretende poner de presente que unos y otros comparten un suelo común: el de la democracia como modo de vida basado en el ejercicio de la buena argumentación. Partiendo del ya conocido conflicto entre filósofos y sofistas en la antigüedad griega, y pasando por los acontecimientos intelectuales que dieron lugar a una ruptura definitiva entre filosofía y retórica en el pensamiento moderno, se enfatiza la importancia que, para el pensamiento de nuestros días, puede tener una filosofía de inspiración retórica. Dicho examen se realiza a partir de los aportes de filósofos como Platón, Aristóteles, Descartes, Paul Ricœur, y especialmente Chaïm Perelman.