Abandonados, olvidados e incluso descuidados. Estos han sido los términos que describen mejor los espacios que a lo largo de la carrera me han llamado la atención. Su esencia los caracteriza por diversos rasgos: los ladrillos caídos, las paredes descarapeladas y la maleza que va creciendo en su interior. Estos, que por razones diversas están actualmente deshabitados o hacen parte de la vida cotidiana de los ciudadanos, no generan un sentido de pertenencia, volviéndolos territorios del olvido. Me llamaba la atención cada aspecto de este espacio en donde me empecé a cuestionar: ¿cómo, a partir de una intervención, se puede generar un sentido de pertenencia o de afecto? Acciones como la memoria, el andar, los recorridos, las anotaciones, las ilustraciones e incluso aprovechar las mismas cosas que ya están en ese espacio como elementos que al unirlos potencien un gesto artístico. Fue una larga trayectoria donde se propusieron diversos referentes, procesos creativos e intervención en el espacio los cuales lograron conformar este proyecto.