En el mundo moderno resulta cada vez más urgente el diálogo interdisciplinar. Los hombres de ciencia son conscientes de que no se pueden encasillar en su especialización sin abrirse al diálogo con interpretaciones de la realidad diferentes a aquella sobre la cual se tiene dominio. A nadie se le ocurriría pensar, hoy, que un individuo o un grupo de personas se considere poseedor de la verdad absoluta: esta clase de dogmatismos pertenece al pasado y hay que admitir que muy poco ha contribuído a la búsqueda de la verdad.