El presente trabajo permite mostrar la configuración de la escuela como un espacio de reflexión propio y colectivo, en donde confluyen nuevas y diferentes subjetividades. Esta labor cobra importancia desde la investigación educativa pues empodera al maestro y a los estudiantes en la reflexión de sus prácticas pedagógicas, en este caso de la cultura escolar, donde cabe la diversidad del cuerpo, las formas de expresión, lo creativo y lo intercultural, poniendo de presente las relaciones que en la escuela emergen y que hacen posible convertir los saberes en acciones de transformación y resignificación del territorio. Abre la puerta para no encasillar la escuela en las contradicciones que se viven al interior de ella, sipo, para leerla en los movimientos que la envuelven.