Bogotá, como todas las capitales del mundo, es inevitablemente caótica. Parto de mi habitar en ella para poder comprender las pulsiones que ésta provoca en los afectos de los transeúntes, empezando por mi. Hablo de la ciudad como un conjunto de estrías sobre la tierra que acoge mis encuentros, mis desvaríos y aciertos dentro de un orden espacial que organiza un conjunto de posibilidades. Este es el territorio en el que surgen las diferentes miradas de lo urbano a partir de las cuales creo múltiples aproximaciones estéticas.