Este artículo ofrece un balance crítico de las tendencias de la historiografía filosófica consagrada a Juan Duns Escoto en el siglo XX, desde el primer período inscrito en la lucha entre las escuelas (tomistas versus escotistas) a la luz de la encíclica Aeterni Patris, hasta la más reciente aproximación universitaria fundada en el estudio de la obra editada críticamente a partir de 1950 por la Comisión Escotista. Del primer período al último, se pasa de una lectura por contraste con la obra y la autoridad de Tomás de Aquino (con Étienne Gilson como uno de sus mejores representantes), a una lectura autónoma anclada especialmente en el alcance de la metafísica escotista como fundamento de la estructura metafísica moderna (como la primera onto-teología de la historia de la filosofía según el concepto acuñado por Heidegger), en la articulación de la metafísica con una teología de la caridad y en la articulación general entre filosofía y teología.