En momentos en que trabajar con las llamadas fusiones entre diversas músicas locales y músicas populares urbanas (o músicas no tan urbanas y no tan populares) es un fenómenocasi de moda, arriesgarse con un producto que no le hace concesiones al cliché y que parte de un genuino interés tanto personal como académico en expresarse, en “hacer música a partir de lo local”, es, cuando menos, refrescante. Sin lugar a dudas, uno de los más grandes aciertos de esta producción es que logra un inusual equilibrio entre los elementos que toma, de aquí y de allá, y nos muestra de plano la sapiencia de quién está detrás: nos acerca despreocupadamente, cuidadosamente, a los diversos mundos sonoros que conviven, se mezclan e hibridan en los diez cortes musicales que fluyen a lo largo del tiempo. Ahí está otro de los aspectos destacables. Como las buenas películas, el disco da la posibilidad de múltiples lecturas y no hay necesidad de forzar la imaginación para caer en cuenta de que hay cortes que pueden ser bailados y que llaman a nuestra corporeidad, pero igualmente pueden disfrutarse sentados gozando de cada muestra de buen humor musical. Se trata, entonces, de una música llena de referencias, que hace múltiples citas, que le envía al conocedor muchos mensajes y sorpresas que van tejiendo la audición corte por corte.