De acuerdo a Hernán Darío Cadavid hablar de marketing de emociones en el siglo XXI se ha vuelto una obligación si se pretende entender el funcionamiento competitivo del mundo de hoy, dado el creciente nivel de penetración que ha tenido el marketing en todos los estamentos de las organizaciones contemporáneas,4 y aunque muchas empresas afirman que sus clientes son lo primero, pocas han intentado conocer cuál es la percepción que ellos tienen del valor y como esta afecta sus deseos de mantenerse fieles. La investigación y aplicación de la emoción que a menudo es olvidada, malentendida o poco utilizada ha permitido que muchas organizaciones generen valor, dejen huella en la mente y corazón de sus compradores y establezcan relaciones de fidelidad difíciles de desvanecer con los años.