A finales de los sesenta, el fenómeno de la informalidad despertó un gran interés en los analistas del mercado laboral. Los estudios económicos indicaban que la informalidad sería un proceso que acompañaría temporalmente a los países mal llamados ‘en vías al desarrollo’. Sin embargo, las ventas ambulantes no sólo no desaparecieron sino que tuvieron un crecimiento significativo, constituyéndose en uno de los sectores de más alta absorción de mano de obra. La hipótesis que defiendo es que los vendedores ambulantes cumplen un trabajo de servicio. Trabajos que cumplen un rol dentro de las dinámicas de producción, pero no son reconocidos ni remunerados correctamente. El marco teórico y de análisis que acompañaron la realización de este trabajo fueron los conceptos que desde la teoría marxista estudian las relaciones de producción histórica y su relación con el presente: clase social y medios de producción. Mi experiencia etnográfica me permitió presentarle al lector un pequeño recorrido por la marca cultural de quienes con su trabajo diario nos conectan con nuestra tradicional gastronomía: Los vendedores y vendedoras ambulantes de Bogotá.