Disecar el anfiteatro es un proyecto que surge del cariño al espacio, de querer mostrarle a quienes son ajenos a él que existe y a quienes lo habitan, lo que sus ojos ya ven con naturalidad. Los atlas de anatomía usados allá tienen en la portada una etiqueta que enuncia “Prohibido retirar este libro del anfiteatro”, una sencilla etiqueta en papel bond enuncia cómo funciona el anfiteatro, nada debe salir, los objetos que reposan y los instrumentos que se usan en el espacio deben permanecer allí, así que mi labor es precisamente retar esa prohibición, sacar al espacio de sí mismo y apropiármelo para revelarlo sin violar las normas bajo las que funciona.