La violencia y el conflicto armado como generadoras de cartografías sociales y entornos de vulnerabilidad inciden en la concepción del habitar y el desarrollo de territorios sostenibles acentuando las problemáticas de marginalidad de comunidades vulnerables o emergentes resultantes de procesos históricos y sociales. “Se debe entender el territorio en sus dimensiones ambientales y paisajísticas como un lugar habitado y cargado de significaciones sociales, estas significaciones sociales como factores de oportunidad en la construcción espacial de un territorio productivo” (Garrido, 2014).
La dinámica entre ambiente y sociedad ha desequilibrado funcionalmente los entornos rurales, no solo por factores como la ingobernabilidad y disputa territorial, sino también por la falta de reflexión sobre la ocupación del espacio, su vocación ambiental y su arraigo a tradiciones socioculturales. El surgimiento y reconocimiento de comunidades socialmente vulnerables permiten entender la naturaleza de la ruralidad en países como Colombia, donde el hábitat rural ha empezado a generar un detrimento humano y comunitario derivado del deterioro o ausencia de atributos urbanos de calidad como la vivienda, espacio público e infraestructura; estas problemáticas se acentúan en las comunidades de la periferia del país, como es el caso del municipio en que se enmarca este trabajo de grado, Riosucio, Chocó, que es el nodo central dentro del desarrollo de una red productiva regional en el Bajo Atrato – Darién donde se plantean estrategias espaciales y territoriales mediante acciones multiescalares, transformando las relaciones regionales a través del fomento de la infraestructura y la red de producción que derivan en el planteamiento de un sistema de operación y articulación de piezas ambientales, socioculturales y productivas dentro de la menor escala de intervención que es el municipio, conformando paisajes productivos en la selva chocoana, salvaguardando a su vez, la autonomía y gobernabilidad de un territorio olvidado.