Durante la década de los setenta en Colombia hubo una fuerte politización del campo artístico, la cual fue forjada en medio de luchas entre una izquierda fragmentada que buscaba la realización de un arte político y unas instituciones artísticas cada vez más conservadoras. El siguiente artículo indaga por el sentido, que en este momento específico de la historia del país, se dio al término arte político y para ello se basa en los escritos publicados por dos críticas ideológicamente distantes: Marta Traba y Clemencia Lucena. Ellas forjaron sendas teorías sobre el arte político que coinciden en la utilización de tres palabras: popular, subversión y revolución, cargadas de connotaciones y propósitos que diferían radicalmente. Valgan estas consideraciones para cuestionar lo que hoy en el mundo globalizado se entiende como arte político, mote que de tanto uso ha perdido sentido, y que desconoce la historicidad de este tipo de arte forjado bajo el orden mundial bipolar de la Guerra Fría.