El artículo pasa por varios casos de estudio, revisando hechos históricos que dan origen a una definición de lo que podemos llamar una “disciplina de arte público”. Primero, la necesidad humana por el arte es un asunto público; la audiencia o el usuario se convierte en un objetivo de trabajo como punto de partida para cualquier intervención. Asimismo, se estudian características del monumento como manifestación política, que exhibe los lineamientos ideológicos de una sociedad y en otros casos conmemora las consecuencias históricas de los planes de acción de estas mismas ideologías. Por otro lado, el grafiti y su carácter desobediente construye nuevas nociones de patrimonio, y más allá del grafiti la desobediencia civil se puede manifestar en obras que cambian los comportamientos y los usos del espacio público. El arte público en este caso se inserta en la comunidad como un acto vivo.