A menudo la Unión Económica del Benelux es vista como ejemplo de una integración internacional a pequeña escala que podía servirle a los países no pertenecientes a los bloques comerciales establecidos, o incluso, como una preparación para un futuro acceso a los mismos. El autor brevemente esboza la historia del Benelux y determina su importancia. Muestra cómo el Benelux no fue solo un “Kindergarden” para sus miembros con el propósito de prepararse para una integración futura a gran escala, sino también como una prefiguración y una precursora de la Unión Europea. Pareciera además que este tipo de integración a pequeña escala no debe ser simétrica para lograr ser efectiva. El autor concluye que los objetivos económicos a mediano y largo plazo (por ejemplo en la liberalización comercial) y los motivos políticos deberían ser considerados como más importantes que los beneficios económicos a corto plazo.