El cuerpo y la corporeidad vistos como lugar de revelación de la presencia de Dios, es un nuevo aporte que se desprende de una antropología teológica que ve al ser humano integralmente, y ya no a partir de un dualismo que ha parcelado la vida, llevando a fragmentar las relaciones y los vínculos que construye el hombre a partir de un sano ejercicio de su condición corpórea, la cual le hace presente en el mundo, invitándolo a relaciones que lo lancen al encuentro como el otro, como lugar donde Dios también se revela.