Descripción
Hace cincuenta años, ciertos boleros no tenían aceptación en algunos círculos< sociales. Estaban confinados a cantinas de mala muerte y buena vida de las zonas de tolerancia de Cartagena y otras ciudades con espíritu sandungueroy tropical. Era como un culto prohibido de una secta esotérica, cuyas ceremonias nose podían celebrar en público. Marihuana, prostitución, delincuencia y vicio estaban asociados al ritmo cadencioso de un bolero enamorado. Se sospechaba de quien rondaraen compañía de Daniel Santos, Celio González o Alberto Beltrán.