A todos nos inquieta la muerte porque ella es la posibilidad más propia del ser, por ello la convertimos en tema de reflexión, y de la mano del filósofo francés, Vladimir Jankélévitch, emprendimos este trabajo con el objetivo de encontrar el sentido que ella adquiere en nuestra existencia. Para ser coherentes con el filósofo de la paradoja, como se le denomina a este autor, partimos de aquélla que en la antigüedad enunciara Epicuro sobre la muerte, que nos permite en primer lugar la ubicación histórica del proceso de reflexión en torno a la vida que nos lleva invariablemente al abordaje de la muerte, pero también es el pretexto teórico expedito para marcar la oposición entre un argumento que excluye la muerte de mi conciencia y la propuesta jankélévitchiana, que por el contrario, la sitúa en lugar de privilegio para la asignación de un sentido en mi existencia. Pero antes de llegar a ésta última propuesta, abordamos el miedo a la muerte, por su carácter universal y organizador, desde la psicología profunda psicoanalítica para intentar hallar un fundamento al mismo y, de nuevo con nuestro pensador, Jankélévitch, llegamos a la conclusión de que al poder pensar la muerte, el hombre puede dominar el miedo y la muerte misma. El hombre concernido de su propia muerte, deja a un lado mecanismos de escamoteo y asume la muerte como el misterio metaempírico que introduce en la vida una plenitud trascendental.