Descripción
Entender la literatura como palimpsesto es afirmar, con Thomas De Quincey ninguna obra está muerta sino sólo dormida “Cada generación parece enterrar a todas las anteriores, aunque en realidad ninguna se haya extinguido”. En tender la Literatura como palimpsesto es decir, por lo mismo, imbricación de escrituras, constelación de signos, intertextualidad de discursos, tejido de símbolos. La literatura es como un libro, como un inmenso libro hecho de infinitas escrituras. Así entendida la literatura, podemos entonces formular una segunda afirmación: la literatura se mueve en un doble movimiento, escritura y lectura. En una primera instancia es eminente testimonial, empieza a formar parte de la tradición; en un segundo momento, es actualización, apropiación presente, dominio y elección, espacio para la libertad. Escribir y leer, he ahí la dialéctica propia del gran libro que hemos denominado literatura. Ahora bien, como pensaba Jorge Luis Borges, la lectura es “la técnica del anacronismo deliberado”, por tanto, leer es volvernos contemporáneos de ese pasado propio de lo escritural. Cuando leemos “El Quijote”. Somos, de alguna manera autores de “El Quijote”. Y si además escribimos esa lectura, que es el requisito para que la critica literaria sobrepase el mero diletantismo, entonces si que es cierto que el palimpsesto completa su ciclo interminable. Escribir, leer y escribir, ese ha sido y es el recorrido de todo nuestro palimpsesto-biblioteca.