Debemos a Ciro Alegría el mejor testimonio sobre la figura de César Va-llejo como maestro de escuela. En su apasionante trabajo sobre "El César Vallejo que yo conocí" descubrimos, además de la experiencia en el ejercicio docente del poeta, la analogía perfecta entre la mismidad humana de Vallejo (callado, tímido, alejado, doloroso) ya rusticidad geológica de las montañas andinas del Perú.