El pasaje Hernández, construido a finales del siglo XIX, y el edificio Hernández, inaugurado en 1918, se inscribieron en el deseo de modernidad de las nuevas burguesías bogotanas. Al tener en cuenta su arquitectura de estilo francés (republicano y art nouveau), con las profesiones que se ejercían en los locales y con las nuevas maneras de consumir que se daban en éstos, el pasaje y el edificio Hernández fueron parte de unas unas prácticas que se vinculaban cada vez más con el capitalismo y que se alejaban de los modos coloniales de la Santa fe de antaño. De esta manera, el pasaje y el edificio se inscriben en los cambios sociales que se habían dado a lo largo del siglo XIX en una ciudad que todavía conservaba su aspecto colonial.