dc.description.abstract | Los pueblos indígenas han sido los guardianes de la tierra por miles de años. Se han
encargado de respetarla y protegerla, cumpliendo así un papel fundamental en la
conservación de la biodiversidad y de la naturaleza. Tienen derecho a un territorio
colectivo, al cubrimiento de necesidades básicas, a una llevar una vida digna, y a ejercer
su soberanía y autonomía.
Sin embargo, el desplazamiento y la vulneración de derechos de la que ha sido víctima la
población Embera del Alto Andágueda (Bagadó, Chocó) ha llevado a que en la actualidad
se encuentren en zonas urbanas en precarias condiciones de vida, por lo que vale la pena
plantear un aporte a esta situación desde la arquitectura como componente físico y
simbólico. Además de lo anterior, se tiene en cuenta el deseo y necesidad de la comunidad
de retornar a su lugar de origen para proponer este trabajo de grado.
Por esta razón, el proyecto aborda dos de estas problemáticas principales, primero, la
carencia de proyectos productivos basados en los conocimientos tradicionales en torno a la
recolección y alimentación tradicional, que resulta en una gran dificultad para el
autosostenimiento de la comunidad dentro del territorio; y segundo, la carencia de espacios
educativos para que los niños, niñas y jóvenes aprendan sobre su cultura, lo que esta
llevando a un desinterés y pérdida de las prácticas ancestrales.
De esta manera desde una escala territorial se propone la articulación de los diferentes
caseríos que componen el Resguardo Indígena del Alto Andágueda en el Chocó, por medio
de una Red de Centros Productivos y de Aprendizaje Ancestral que retoma diferentes zonas
de cultivo que han sido abandonadas por el conflicto, centros que se complementan entre
sí ya que cada uno se dedica al procesamiento de diferentes alimentos. Los puntos de la red
se ubican en zonas cercanas al Río Andágueda como la columna vertebral que atraviesa el
territorio, estos tienen el propósito de brindar espacios para el aprovechamiento del
potencial biogeográfico y contribuir a una soberanía para la producción de alimentos.
A escala arquitectónica se desarrolla Be–Kuara, Centro de Aprendizaje Ancestral y
Procesamiento del maíz, ubicado en Aguasal, principal caserío de las comunidades
indígenas del resguardo. Este se enfoca por una parte en el procesamiento del maíz amarillo
ya que además de ser base de la alimentación Embera tradicional, posee también
significados cosmogónicos, y por otro en la enseñanza de los saberes Embera. Es así como
se plantean dos grandes núcleos de programa: la parte productiva a nivel local en donde
los principales actores son mujeres y hombres adultos, y la de aprendizaje ancestral en la
que participan niños, niñas y Jaibanas o sabedores tradicionales. Todo lo anterior parte de
la sinergia y del trabajo colectivo para conservar esta sabiduría ancestral en el tiempo y en
las generaciones futuras. | spa |